Mensaje de la Asamblea

Preámbulo

Delegadas y delegados ante la Decimotercera Asamblea de la Federación Luterana Mundial (FLM), nos reunimos en Cracovia, Polonia, del 13 al 19 de septiembre de 2023, para celebrar el culto, reflexionar, discutir y discernirel camino a seguir para nuestra comunión mundial de iglesias, bajo la inspiración del tema “Un cuerpo, un Espíritu, una esperanza” (Efesios 4:4).

Antes de llegaraquí, nos reunimosen nuestras regionesy ya en Polonia, nos reunimos en las pre-asambleas de jóvenes, de mujeres y, por primeravez, de hombres.

Expresamos nuestra profunda gratitud a la Iglesia Evangélica de la Confesión de Augsburgo en Polonia, a su liderazgo, congregaciones y voluntariado, por su generosa hospitalidad. Iglesia minoritaria en el país, que da testimonio en un contexto frecuentemente complejo, dicha iglesia ciertamente nos ha demostrado que cada iglesiatiene dones que compartir con el resto de la comunión.

Conjuntamente afirmamos que somos un cuerpo en Cristo, empoderadas y empoderados en un Espírituy llamadas y llamados a proclamar una Esperanza en Cristo Resucitado.Durante esta Asamblea, se nos recordóla urgencia de asumir un testimonio coherente, creíble y unido del evangelio en medio de las numerosas crisis que afligen a nuestro mundo actualmente polarizado y fragmentado.

Anticipando ya el 500° aniversario de la Confesiónde Augsburgo en 2030, recordamos el llamado de los reformadores del siglo XVI, retomado por nuestro orador principal, a ser “una iglesia en reforma constante”, que trabaja por la unidad del cristianismo, pero que también se esfuerza por unir en un Cuerpo a toda la humanidad, junto con toda la creación,al dar testimonio del evangelioen palabras y obras.

Un cuerpo

Durante el culto, reflexionamos sobre la encarnación, sobre el momento en que Dios se convirtió en un bebé en un pesebre, un cuerpo vulnerable de carne y hueso. La encarnación nos desafía a reconocer a Dios en cada persona y en toda la creación, afirmando nuestra profunda unidad.

Ahora bien, vivimos en un mundo dividido, donde los cuerpos además de estar heridos, son rechazados y excluidos, y donde la Tierra, nuestrohogar común, sufrelos efectos de las crecientes emergencias ambientales y climáticas.

El constante aumentode las temperaturas mundiales, por el cual,este año ya ha sido el más caluroso jamás registrado, significó la pérdida de biodiversidad, vidas, medios de subsistencia y comunidades enteras.Escuchamos y reconocemos el urgente llamado a la acción. Somosparte de la creación de Dios. Bajo el liderazgode las personas jóvenes, nos comprometemos a abogar con mayor eficiencia por la justiciaeconómica y la justicia climática, salvaguardando el planetay sus recursos para las generaciones futuras. Conjuntamente volvemos a afirmar que la creación no está en venta.

Nosreunimos en una región donde la guerrade Rusia contraUcrania ha dejadocientos de miles de personas muertas y heridas, y millones de personas desplazadas por causa de los enfrentamientos. En todo el mundo, escuchamos los gritos de los cuerpos mutilados, asesinados o desplazados por causa de la guerray los conflictos armados.

Recordamos Etiopía, Haití, Manipur, Myanmar, Nigeria, Palestina, Sudán, Venezuela, Yemen y muchos otros lugares donde la violencia se cobra vidas y desestabiliza comunidades enteras. Nuestra fe nos llama a ser mensajeras y mensajeros de justicia, paz y reconciliación, junto a las personas más vulnerables.

Este año se ha registrado el mayor número de personas refugiadas y desplazadas internas con cifras oficiales que superan los 108 millones. Nuestra fe nos llama a acoger a las personasextranjeras y a expresar nuestroagradecimiento a quienesofrecen refugio y apoyo, recordando las palabras de Cristo: "Fui forastero y me recibieron" (Mateo 25:35).

Rechazamos toda forma de violencia y de discriminación por motivos de raza, etnia, género, sexualidad, clase, edad, discapacidad, xenofobia, casta u origen social.Todas las personassomos creadas a imagen de Dios y con una misma dignidad que no puede verse comprometida.

Enel décimo aniversario de la Políticade la FLM para la Justicia de Género, celebramos los progresos realizados y reafirmamos nuestro compromiso constante con el empoderamiento de la mujer y con el fin de la violencia sexualy de género, que tuvo un fuerte aumento durantela pandemia de la COVID-19. Pedimos un mayorcompañerismo entre mujeresy hombres para combatir el patriarcado y afirmamos una comprensión de la masculinidad caracterizado por el cuidado, el sustento y el servicio.

Reiteramos el llamadoque ya hiciera la FLM por primeravez hace casi cuatro décadaspara afirmar la plena participación de las mujeresen el ministerio ordenado. No debe haber distinción entreel ministerio ordenadode las mujeres y aquelde los hombres.

Lloramos junto a las mujeres a las que todavía se les niega su misma dignidad y que sufren opresión a causa de pretextos raciales, culturales o religiosos. Invitamos a la reflexión teológica y a la educación en torno a la justicia de género y al continuo empoderamiento de mujeresy niñas, garantizando que puedan disfrutar de un futurojusto y plenode oportunidades.

La diversidad de la participación en la vida de la comunión nos hace más fuertes. Asumimos el compromiso de trabajar por una mayor justicia intergeneracional. Si bien hubo algunos avances, no tenemos que darla por sentada. Debemos hacer más para asegurar una participación significativa de la juventuden todas las áreas de la vida de la iglesia, incluidos el gobierno y la toma de decisiones.

Estamos llamadas y llamados a reconocer a Cristo en las demás personas y a enfrentar el discurso de odio deshumanizador que conduce a acciones peligrosas contra personas o comunidades. Todas las personas estamos unidas en el cuerpo de Cristo y sabemos que cuandouna parte del cuerpo sufre,el cuerpo enterosufre. Como nos recuerda el apóstol Pablo: “Ya no hay judío ni griego;no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús.”(Gálatas 3:28).

Así como nuestra fe nos impulsa a cuidar del bienestar físico de las demás personas, también debemos priorizar la salud mental, espiritual y emocional. Siendo una comunidad de fe global, recibimos el llamado de combatir el estigma y el aislamiento, creandoespacios de aceptación, accesibilidad e inclusióna los que acudir en momentos de necesidad. Hemos notado un incremento de los problemas de salud mental, como consecuencia de la pandemia de la COVID-19 y la creciente emergencia climática, así como de la violencia, la discriminación y la polarización. Todo eso requiere una acción prácticaurgente de la mano de una reflexiónteológica.

La FLM es una comuniónde iglesias que proclaman el evangelio de diferentes maneras,a través de todas las épocas, las culturas, las economías y los contextos políticos, mientras intentamos ser la sal de la tierra y la luz del mundo. Celebramos el don de la unidaden la diversidad, sabiendo que el centrosiempre es Cristo.

Nuestras iglesias miembro son muy distintas según países y regiones. La responsabilidad mutuaes una característica de la iglesia, ya que tratamosde compartir mutuamente las cargas. A través de la conversación discernimos lo que significa ser un Cuerpo en Cristo en 99 países y nos enriquecemos con nuestra diversidad. Necesitamos las experiencias, las visiones y las críticas de las demás personas. Se nos recuerda que en Cristo todas las cosas subsisten (Colosenses 1:17),lo que también nos alienta.

La FLM es una comunión confesional, pero no es un organismo confesionalista encerrado en sí mismo. Desde su fundación, los esfuerzos en pos de la unidad cristiana han sido una de las tareas centrales de la FLM. Nos vemos como parte del amplio movimiento ecuménico, que comprende estrechasconexiones con nuestrosasociados y el compromiso compartido de responder al llamado de Cristo "para que todos sean uno" (Juan17:21).

Ser luterano/a es ser ecuménico/a. El Señor nos llama a reconocer en humildad que la iglesiaes un Cuerpo en Cristo.Llevamos décadas participando en diálogos ecuménicos fructíferos y buscamos un entendimiento más profundo y amplio entre todas las manifestaciones del cristianismo.

Somos muy conscientes de los desacuerdos y las divisiones que han desgarrado a las iglesias cristianas a lo largo de los siglos y que siguen causando tensiones en nuestras propiasiglesias, tanto de nuestra comuniónluterana mundial, como en el cristianismo de todo el mundo. Pero también sabemosque aquello que nos une es más que aquelloque nos separay nos comprometemos a seguircaminando juntas y juntos.

Un Espíritu

Durante el culto, confesamos que nuestros corazones están quebrantados y oramos para que Dios creara en nosotras y nosotros un corazón limpio. Escuchamos la promesa de que el Espíritu de Dios nos renueva y nos reconcilia, moviéndonos e inspirándonos a vivir la cercaníade un Dios ya presentey una mutualidad más cercana.

Vivimos en un mundo cada vez más polarizado en el que teologías engañosas crean comunidades exclusivas o escapistas, acumulando poder y riqueza en manos de unas pocas personas, al tiempo que siembran el miedo y la fragmentación dentro de las iglesias y las comunidades. Hemos reconocido que, para superar esa situación, es preciso que nuestra enseñanza y nuestra predicación se basen en teologías responsables, tanto en nuestracomunión mundial como en nuestrasiglesias miembro.La teologíaresponsable se basa en la Biblia. La teología responsable sana heridas, creaunidad y fortalece la comunión. La teología responsable es holística, utilizaun lenguaje inclusivo y medios de comunicación diversos y accesibles. La teología responsable construye comunidades inclusivas, animándose a renovar su lenguaje y sus formas de llegar a las personas marginadas. La teología responsable concede espacio para la acción poderosade un Espíritu renovador y reformador.

Subrayamos la importancia de una educaciónteológica y una formación de liderazgo más sólidas para la sostenibilidad de nuestras iglesias y que preparen a las personas para abordarcuestiones complejas sin recurrir a respuestas simplistas.

El compromiso interreligioso constructivo debe ser un énfasisespecial de la educación teológica, ya sea por medio del diálogo de alto nivel, como por el hecho de hacer hincapié en la importancia de los encuentros armoniosos con personas de otras religiones en la vida cotidiana. Nos comprometemos a vivir una buena projimidad en sociedades diversasdesde el punto de vista religioso.

En la Asamblea de Budapest de 1984, la FLM repudió las diatribas antijudías de MartínLutero y las violentas recomendaciones de sus escritosposteriores contra el judaísmo, declarando que el antisemitismo es una contradicción y una afrentaal evangelio.

Volvemos a reafirmarlo y expresamos nuestrocompromiso continuo de vivir nuestraherencia luteranaen la fe cristiana con amor y respeto por el pueblojudío.

Caminamos por los campos de Auschwitz-Birkenau.
Fueron transportados como ganado y enviados a la muerte.
Fuimos hasta allí para enfrentarnos a la verdad.
Les mintieron, les humillaron y les asesinaron. Y nos lamentamos.

Caminando por Auschwitz-Birkenau,
recordamos también otros lugares de una maldadindecible, 
recordamos que hay una sola humanidad,
que todas las personas tienen la misma dignidadotorgada por Dios.
 Nos comprometemos a no volvera ser nunca más indiferentes.
Nos comprometemos a oponernos a toda incitación al odio, las mentiras y las atrocidades.
Oramos: ¡nunca más!


Por ser una comunión de iglesias, debemos discernir al único Espíritu en medio de los muchos espíritus de nuestro tiempo (1 Corintios12:10) para explorarlo que el Dios trino nos llama a hacer en un mundo que comunica muchos mensajes contradictorios, falsos y confusos. Al unirnos en oración y en un culto común, en estudios conjuntos de las Escrituras y de los escritos confesionales luteranos, discernimos y actuamos de conformidad con el llamadodivino de Dios en nuestromundo actual.

El tema de la Asambleanos recuerda que el Cuerpoy el Espíritu están unidosy nos insta a denunciartodas las formas de opresión,espiritual y física.Se nos llama a luchar contra el racismo, la violencia, el abuso, la desigualdad y la explotación que aún existentanto en la iglesiacomo en la sociedad actual.

En algunos lugares del mundo, las iglesias sufren por causa de leyes restrictivas o de políticas gubernamentales que limitan su libertad de expresión e incluso las someten a persecución si alzan su voz en defensa de la justiciay los derechos humanos.

Deploramos la discriminación y la opresión de nuestras hermanas y nuestros hermanos que profesanel cristianismo, dondequiera que tenga lugare independientemente de su fe o denominación. Pedimos a las iglesias miembro que oren por estas personas e instamos a la comunióna que trabaje respecto a este problema.

Una esperanza

Durante el culto, recordamos que somos una sola familiahumana y que, aunque las tormentas sean fuertes,Cristo está a nuestro lado en la barca.

Al enfrentarnos a crisis que se entrecruzan y a un retroceso de los derechos humanos conquistados con tanto esfuerzo, podemos llegar a sentir que los desafíosque tenemos por delante son abrumadores e insuperables. Durante esta asamblea, hemos oído al Cristo resucitado decirnos: “¡No tengan miedo!”.

El único Espíritu nos muestra que otro mundo es posible. El evangelio nos invita a la esperanza, aprendiendo a leer los signos de la promesade Dios en cualquier lugar del mundo,porque nuestra esperanzase sostiene en Jesucristo.

Siendo luteranas y luteranos, participamos en la misión holística de Dios a través de la proclamación, la incidencia y la diaconía, tantoa nivel internacional como a nivel local en nuestra respectiva iglesia. Por el bautismo recibimos el llamado y se nos envía a proclamarel evangelio liberadorde Jesucristo por palabra y obra. El Espíritu nos llama a ser instrumentos de justicia, paz y reconciliación, sanando heridas en nuestras iglesiasy en nuestro mundo común. El Espíritu Santo nos equipa y nos anima a construir comunidades de esperanza, allí donde el evangelio se comparte y se vive en todo el mundo.

Cuando hablamos de esperanza, no tenemos que dejarnos confundir por perspectivas propias del mundo, por falsas esperanzas y falsos deseos, sino que debemos mantener el enfoque en una esperanza concreta para este mundo y para el venidero. Afirmamos que la esperanza es la que mantiene la unidad de la FLM como comunión. Nos inspira a mantenerla solidaridad mutua y a encarar de manera conjuntalos vertiginosos cambiosy desafíos a los que se enfrentanuestro mundo.

La esperanza nos recuerda que somos una sola humanidad, sin nada que nos diferencie. En las aguas del bautismo tomamos conciencia de la vasta comunión de las santas y los santos a nuestro lado y nuestro alrededor. Es un sitio de esperanza y damos gracias a Dios por todas las personas que han recorrido previamente el camino de la reconciliación.

Al reflexionar sobre nuestra tarea como iglesias en comunión, debemos encontrar nuevas maneras de compartir esperanza con todas las personas. No una esperanza vacía, sino una sólida esperanza inspirada por nuestra fe en Dios y seguida de nuestras acciones al servicio de las personas pobres, necesitadas, migrantes, refugiadas y aquellas afectadas por las crisis. La esperanza nos empodera para hablar en la esfera pública en favor de la justiciay de los derechos humanos.Esta esperanza debe reflejarse de forma más concreta en la iglesiaa través de su trabajo,su culto y su misión.

Luteranas y luteranos, somos iglesias en reforma continua. En Cristo, experimentamos las alegríasy los sufrimientos de este mundo y se nos convoca a nombrar y a responder a los desafíos en el seno de la comunión de la FLM y en el mundo que nos rodea. Nos comprometemos a aprender de nuestro pasado.

La diaconía es la esperanza en acción. Afirmamos la labor humanitaria y de desarrollo de la FLM, su compromiso mundial, su trabajocon las iglesiasmiembro y sus asociados que ofrecen esperanza y un futuro a las personas necesitadas. Trabajando junto con personas de todas las religiones, nos proponemos promover un mundo justo, pacífico y reconciliado.

La creciente toma de conciencia respecto a la emergencia climática provocada por el ser humano y las acciones necesarias para abordarla en nuestras iglesias miembro son signos de esperanza. La FLM debe seguir desempeñando un rol esencial,conectando la tareade las iglesias y comunidades locales con la incidencia mundial.

La esperanza es la lente a travésde la cual miramos al mundo, como personas que siguena Cristo, caminando juntas hacia el futuro.

El envío al mundo

Regresamos a nuestrospaíses de origencon un sentido más profundode lo que significa ser iglesias en comunión y con un compromiso más sólido de estrechar los lazos que nos unen. Caminamos en unidad como iglesias en una comunión eclesial y confesional, dando testimonio de nuestra fe, en la misión holística de Dios. Escuchamos el llamado a vivir el don de la reconciliación y de la unidad con todas y todos nuestrosprójimos.

En nuestro camino hacia el año 2030 y el 500° aniversario de la Confesión de Augsburgo, nos alegramos del potencial ecuménico de nuestra confesión, que es un llamadoa la unidad, destinado a mantener unido el Cuerpode Cristo, la Iglesia.

Por ser iglesiasen reforma continua,se nos llama a trabajarpor la paz en el mundo, con las personas,los países y toda la creación.

Como un solo Cuerpo, llamadopor un solo Espíritu, en una sola Esperanza, partimosde Cracovia hacia todos los rincones del mundo, para proclamar el evangelio de laliberación por la gracia de Dios y con un claro envío a servira nuestro prójimo.